Así es cómo le llama Ángel, en su media lengua, al cuento de Caperucita Roja. Para nosotros, los peques de dos años, resulta mucho más atractivo el cuento escenificado con marionetas. La repetición de las cancioncillas y los diálogos es una actividad magnífica para la estimulación del lenguaje, y visualizar los movimientos de los muñecos nos ayudan a ordenar e interiorizar el relato. ¡Mira qué diver!
Después, con las marionetas a nuestro alcance, tratamos de contar nosotros el cuento. Y eso nos lleva a hacer un esfuerzo para recrear el relato siguiendo la secuencia temporal y utilizar el vocabulario escuchado.